jueves, 20 de febrero de 2014

Nueve, doce, tres, seis...SILENCIO

Y allí nos quedamos fundidas en  nuestro primer abrazo...

Una semana después de tu nacimiento me dieron el alta. Digo "me" porque salimos del hospital pero tú te tuviste que quedar allí. Tu nuevo hogar, y también el nuestro, se llamaba neonatología. Como llegaste sin avisar, nos pillaste en Alcalá de Henares así que consideramos mudarnos allí hasta que te pudieramos llevar a nuestra casa. Papá tenía que empezar a trabajar. Nada más acabar, corría a esa cita que teníais cada tarde. Sin duda eras ¡lo mejor del día!

En neonatos la vida estaba marcada por rutinas. Las puertas estaban abiertas las 24 horas, por lo que podíamos estar contigo todo el tiempo que quisieramos. Si bien,había unas normas que siempre había que cumplir.

Todos los días era lo mismo, pero nosotros nos empeñábamos en saborear cada día como algo diferente. Antes de entrar había que lavarse muy bien las manos, secarlas y luego echarse un desinfectante.Esto había que repetirlo siempre que se saliera y entrara a neonatos o cuando habías manipulado algo y cambiabas de actividad.

 A las 9:00 era la primera toma, pero como tú te ibas a quedar una larga temporada  nos dejaban ir un poco antes para ser nosotros quienes te bañáramos. La primera vez que te vimos bañar, usaron una bañera de muñecas. Sí, sí...lo has oído bien, una bañera azul que había llevado una de las enfermeras. Era de su hija cuando jugaba con muñecas. 

Ese momento, era tu momento Spa. Te ponían debajo de una campana de calor para que tuvieras una temperatura maravillosa antes, durante y después del baño. Aprendimos como cogerte para bañarte, por donde empezar, que zonas hay que cuidar más... Nos hicieron hincapié en los pliegues pero añadiendo "bueno, cuando los tenga". Nos enseñaron a envolverte como un rollito en la toalla, a echarte crema, a peinar tu cabecita desnuda y a limpiarte los ojillos porque tenías una conjuntivitis de nacimiento.

Recuerdo la primera vez que te cambié el pañal. Estabas metida en la incubadora y tuve que hacerlo metiendo las manos por unos agujeros. El pañal era minúsculo y aún así teníamos que hacer una doblez porque sino tapaba todo tu cuerpo. ¡Qué miedo tocarte! Te veía tan frágil.

Las tomas estaban marcadas cada 3 horas. Después de la toma de las 9 venían los médicos a realizar las diferentes revisiones que estuvieran programadas. A no ser que tuvieras alguna prueba y me dejaran quedarme, solía irme a la sala de estar de los padres y aprovechaba para desayunar de nuevo y leer. Entre que empezabas la toma y la "acababas", al final solo quedaba apenas hora y media para "desconectar".

Tras la toma de las 12, venía tu abuela o tu tío a buscarme y me bajaba a casa a comer para volver a subir a las 3. Podía comer allí pero qué gran rato era ese de salir un poco del hospital, hablar con los tuyos y volver con las pilas recargadas.Tras la toma de las tres, bajaban las luces y se hacía el silencio. Era nuestro momento, volvía a desabrochar mi camisa y a colocarte desnuda sobre mi piel...nos volvíamos a fundir en un abrazo eterno hasta que venía papá para continuar contigo.

Lo peor del día llegaba a la noche. Cuando contaba esta rutina muchos decian "qué suerte así has podido dormir durante ese tiempo". Solo el que lo ha vivido sabe lo duro que era dejarte allí y bajar al silencio de una casa vacía.

Un nuevo día, un nuevo despertar, una misma rutina. Me levantaba, duchaba, ponía una camisa (sí hija, me tuve que comprar unas camisas porque mamá no solía usar), me tomaba mi medicina (me dejaste una anemia que me tenía por los suelos y una tensión que acariciaba las nubes), desayunaba, metía los tarritos de leche que me había sacado durante la noche en una mininevera, su bloque de hielo y rumbo al hospital...Así todos los días.

Nuevo día, misma rutina pero al llegar e ir directamente a la "zona VIP" encontré tu incubadora vacía...Detrás de mí uno de los enfermeros, que más tiempo pasó contigo, me dijo "ya no está Miriam aquí". Le miré a los ojos y el guió mi mirada hacia afuera...

Pequeña, habías dado un paso más, ya estabas fuera de la UCI. En una cuna con un suave colchón que te daba constantemente el calor que buscabas cuando te encontrabas con mi pecho.

4 comentarios:

  1. Supongo que se te paró el corazón al ver la incubadora vacía....

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    1. Sinceramente, desde el minuto uno una paz interior me decía que todo iba a ir bien... :-)

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  2. Así fue, Sara, y todos pendientes de un hilo, del débil hilo que era la vida de Miriam. Pero tú le trasmitiste tu fuerza, esa fuerza que siempre te ha acompañado en tu apariencia de debilidad. Y Miriam se agarraba a la vida y luchó por ella y por nosotros.

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    1. Teníamos buenos ejemplos de como ser buenos padres y todo empieza ¡luchando por tus hijos! Dejas de ser tú para ser un nosotros. ;-)

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